Como escritora, guionista y contentista, siempre se me vienen a la cabeza temas del pasado que me sirven como materia prima para futuras creaciones.
Una parte de mi quiere superar cualquier obstáculo donde haya metido el pie en un profundo hoyo y a su vez, mi mente de alguna manera quiere jugar con esos recuerdos.
Como la primera vez de todas las cosas que me supieron dar vértigo, miedo, incertidumbre y emoción.
Son muchas e imposibles de enumerar en un artículo, pero, la primera vez que intenté escribir a un nivel extenso fue una experiencia bastante personal y que me provocó una ansiedad enorme.
Resulta que de la mano de este intento y de forma paralela, estaba experimentando mis primeros encuentros sexuales.
La primera vez oficial jamás la compartí con nadie y me reservé todas las exigencias que para mí beneficio, se cumplieron al pie de la letra.
Pero sí necesitaba hablar de las siguientes y de las veces que no lograba entender por qué la mujer tenía que someterse a los deseos del hombre.
Decidí escribirle una carta a mi abuela con el fin de que comprendiera mis sentimientos.
Hice un gran esfuerzo por ser clara y por ganarme sus buenos consejos, su aprobación y su cariño de un tirón. Todo al mismo tiempo y sin fastidiosas esperas.
Así que, me sumergí en el tópico. Cogí una hoja A4, recuerdo que miraba con fijación un árbol que se vislumbraba en la ventana con el fin de concentrarme e inspirarme (o para bloquear lo que se repetía en mi cabeza como una escena memorable de Pulp Fiction).
Sobre el tronco del árbol, me proyectaba desnuda en la cama, queriendo ser una fiera. Obligada a ser un tigre sin rayas, pagando derecho de piso por ser mujer y existir, básicamente.
La carta llegó a tres hojas en poco tiempo, realmente practiqué ser escueta pero era mi primera vez intentando relatar un asalto a mi intimidad y con el chico que tanto me gustaba.
Llegaba el momento de entregarla a mi abuela y naturalmente, me moría de vergüenza de su reacción.
Mientras la veía leer la carta podía notar que intentaba tomarla en serio y a los pocos segundos, ya había hecho un click importante.
No mi abuela, si no mi impulso de seguir probando esa legítima técnica de hacerme entender a través del don de la palabra.
Había logrado la atención debida y una gran lección de parte de mi abuela.
-Es con quién quieras, cómo quieras y dónde quieras, me respondió.
Todas las personas podríamos escribir una carta de la primera vez que algo nos marcó o delimitó un camino hacia el desarrollo de pasiones.
En el cine, mi otra gran debilidad (además de los libros), las mujeres se han lanzado a contar historias que quebrantaron el techo de cristal.
Tal es el caso de una cineasta que admiro profundamente por su valentía y destreza.
Se trata de Julia Docornau y su primer largometraje, RAW (Crudo), se convirtió en un impactante asalto hacia las ideas que teníamos de la mujer como protagonista de historias que si o si tenían que terminar en historias felices y llenas de encanto.
La terrible y gran responsabilidad que se nos impone desde los comienzos, dando lugar a depresiones, ansiedad, enfermedades y una constante frustración.
Crudo es una película de 2016 pero Docornou volverá a estar en boca de todos próximamente, estrenando su última creación, TITANE.
La historia de Crudo se centra en Justine, una inocente y aplicada estudiante de veterinaria que viene de una familia vegetariana. En su primer año como universitaria y siendo víctima del rigor de los estudiantes más expertos; Justine comienza a comportarse de manera “errática” al comer carne cruda, rompiendo sistemáticamente con los valores de su familia y con el estilo de vida que estaba destinada a tener.
Julia Docornau ha dicho que quería incomodar a la audiencia con Crudo con el objetivo de que conecten con sus versiones más oscuras, con todo aquello que nos convierte más en animales que una especie evolutiva.
Sin dudas, lo ha logrado con éxito en su primer intento de largometraje, demostrándonos que la idea de que la primera vez que intentas algo nunca sale bien, es totalmente errónea.
A veces sentimos que podríamos ser realmente buenos en algo pero no nos animamos o nuestras primeras veces, se transforman en una anécdota muy vergonzosa.
Lo cierto es que debemos ponerle una intención a nuestras primeras veces porque lejos de estar haciendo el ridículo, podríamos estar cambiando la historia.
Las personas promedio, pensarían que intentarlo depende del acierto.
Las personas que no quieren ser promedio, pensarían que intentarlo es marcar la diferencia.
De ti depende adentrarte en el caos del “INTÉNTALO”.
Carolina Barreiro es escritora y guionista. Es la autora de "El club de las rosas secas"
Un poemario cargado de emociones e incisivos mensajes que estará próximamente a la venta en España.
Ha sido creativa en agencias de publicidad, guionista para un importante medio digital y asesora creativa para diferentes marcas.
Su gran pasión son las historias. Es por esto que es una gran fanática del cine.
Viene experimentando como cineasta con dos cortos de su autoría,
los cuales han tenido reconocimientos en festivales, uno de ellos (La Tapate) será proyectado en agosto en el SMIFF 2021 (Seúl)
y ya está preparando su tercer corto y un largometraje.
Como comunicadora ha colaborado para revistas, radios y eventos.
Caro es una persona que vive su vida desde la imaginación y su mundo interno.
Hasta el momento, no ha encontrado otra forma mejor de vivir.
Caro Barreiro
Escritora y Guionista
@carobarreiro
Fascinante!!! Me encanta la frase " intentarlo es marcar la diferencia ". Bravo por tu artículo Caro, sin duda me adentraré al caos de INTENTARLO.
ResponderEliminarMe gusta me gusta 👍 gracias por tu escritura Caro
ResponderEliminarGenial Caro.
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