¿Sabías que nuestro cerebro interpreta y juzga en 1 solo segundo lo que ve?
Numerosos estudios lo dicen, creamos nuestra propia interpretación a través de los sentidos, que están entrenados desde hace siglos para detectar depredadores o presas.
Esta habilidad la tenemos programada en nuestro cerebro y la traducimos a día de hoy con sensaciones tipo “me gusta”, “me es afín”, “me cae bien”, “su imagen me resulta agradable”, o por el contrario, “no me voy a llevar bien con esta persona”, “su imagen me resulta desagradable”, etc
En definitiva, muy en el fondo, estamos explorando el mundo para velar por nuestra propia supervivencia. Nuestro cerebro percibe la realidad a través de lo que vemos. Por eso es importante ser consciente de la imagen que comunicamos.
Construimos nuestra imagen mediante las prendas que usamos, los colores que nos acompañan, nuestros gestos, y lo más importante, nuestra actitud ante todos esos tipos de lenguajes. Todo comunica, es inevitable. Y toda esa información que lanzamos ha de ser coherente contigo, ¿no crees?
Vivimos expuestos continuamente al mundo a través de diferentes canales de comunicación, webs, redes sociales, videollamadas, eventos, conferencias, …
Tu imagen pública es una herramienta de comunicación muy útil e importante a la hora de transmitir todos tus valores, para que tu mensaje pueda transmitirse con coherencia, alineado y de una forma genuina. Es tu mejor carta de presentación ante personas que te conocen por primera vez, una forma de decir mucho sin usar las palabras.
La primera impresión es crucial.
Créeme cuando te digo que existen relaciones laborales que no se han llevado a cabo solo por haber elegido una imagen errónea, o que algunos personajes públicos no consiguen que la sociedad les vean como quieren precisamente por lo que transmiten con su aspecto.
Además de la imagen, existe una parte de la comunicación no verbal que no solemos cuidar y que influye en nuestro mensaje. Tu lenguaje corporal, lo que dice tu mirada, la forma en que das la mano, todos esos detalles dicen de ti. Para marcar la diferencia:
— Analiza tus necesidades.
— Conecta con tus valores y el mensaje que quieres transmitir.
— Estudia el campo en el que quieres moverte y adapta tu lenguaje, sin perder tu esencia.
— Potencia tus virtudes y destaca en lo que eres el mejor. Y todo esto, ponlo en coherencia con tu imagen externa.
Si tienes dudas, acompáñate de un experto que saque todo tu potencial y defina tu estilo personal y profesional, para ayudarte a hacerlo acorde con tu personalidad. Alguien que esté ahí cada vez que necesites un update.
Porque ten en cuenta que, al igual que tú, tu imagen está en constante evolución, no es algo estático. Es una extensión de ti mismo que necesita actualizarse tras nuevas experiencias de vida o cambios físicos que experimentes.
Toda transformación vital debería verse reflejada en un cambio de imagen que te redefina. Es hora de empezar a ser consciente de esta realidad y atreverse a brillar de verdad.
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Lola Villaescusa Imagen y Comunicación @lolavillaescusastudio |
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